Silvio lo hizo otra vez. Desbordó el espacio acordado para la canción de autor, el reencuentro, el amor y la esperanza. Y lo hizo como particularmente suele hacerlo: siendo él; guitarra en mano, bandera cubana en el lado izquierdo del pecho y alma de poeta.
Cerca de dos horas frente a la multitud que ocupó la escalinata de la Universidad de La Habana, de principio a fin. Un 19 de septiembre para la historia: Silvio Rodríguez sube al escenario a las siete en punto de la tarde, guiado por su reloj, y cámara en mano, dirige el lente a quienes aguardan y desean que el primer concierto de la gira del trovador por Latinoamérica sea parte de una noche interminable.
Con gritos de "¡Silvio te amamos!¡Silvio te queremos!", el público dio la bienvenida al trovador que inauguró su presentación con un fragmento del artículo Maestros Ambulantes de José Martí. “(..) ser bueno es el único modo de ser dichoso, ser culto es el único modo de ser libre, pero ser próspero es el único modo de ser bueno”. De inmediato, letras y melodías de Ala de colibrí, y luego otro tema, y otro más. Con una fuerza descomunal, las voces se unieron en un gran coro:
“¿Qué cosa fuera? / ¿Qué cosa fuera la maza sin cantera?”.
“Ojalá que las hojas no te toquen el cuerpo cuando caigan / Para que no las puedas convertir en cristal”.
En el repertorio no faltó el homenaje a Vicente Feliú, Pablo Milanés, Noel Nicola… Cada acorde, singular regalo para diferentes generaciones de cubanos y cubanas, y para asistentes de otras naciones del mundo.
Si fueron justas las evocaciones “para los que están, y los que no”, según palabras del propio cantautor; fue maravillosamente notable el abrazo compartido.
Silvio lo hizo otra vez. Los seguidores fieles no le fallaron; y acompañarán su rumbo con el deseo de un próximo encuentro, en casa.











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