El 20 de abril de 1957 un apartamento ubicado de la calle Humboldt, en La Habana, se convirtió en el escenario de una de las acciones más brutales de la tiranía de Fulgencio Batista. Lo que había sido un refugio seguro para jóvenes revolucionarios del Directorio Revolucionario, terminó en una masacre premeditada, un crimen que dejaría una profunda huella en la memoria del pueblo cubano.
Hace 68 años, cayeron asesinados de manera salvaje los jóvenes revolucionarios Fructuoso Rodríguez, Juan Pedro Carbó Serviá, José Machado Rodríguez, Machadito, y Joe Westbrook.
Fructuoso, Carbó y Machadito eran combatientes clandestinos buscados con saña por los esbirros batistianos, en especial después de su participación el 13 de marzo anterior en el connotado, aunque fallido, ataque al Palacio Presidencial y la toma de la emisora Radio Reloj.
El más joven de los cuatro asesinados en Humboldt 7, Joe Westbrook, con apenas 20 años y menos experiencia combativa, empezaba a mostrar sus aptitudes para la lucha dando muestras de valor y confiabilidad.
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En el imaginario histórico cubano, pocos crímenes sintetizan con tanta crudeza la brutalidad de la dictadura de Fulgencio Batista como aquella masacre.
Aquella tarde de abril no solo segó las vidas de cuatro jóvenes revolucionarios, sino que dejó una herida imborrable en la conciencia nacional. Hoy, la Federación Estudiantil Universitaria (FEU), organización que aquellos mártires defendieron, mantiene viva su memoria como símbolo de resistencia y dignidad.
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