Ya en el centro de la presente semana el monstruo que comenzaba a despertar a finales de la anterior está de pie, tiene fuerza y circula sin compasión por las calles de Los Ángeles, en Estados Unidos. La bestia anda armada con balas de goma, gases lacrimógenos, granadas de aturdimiento, y el escudo de la política antiinmigrantes del que es proveedor el propio gobierno estadounidense.
En realidad, ese trágico episodio de violencia que indigna hoy a buena parte del mundo, es el resultado de un viejo discurso construido por el presidente Donald Trump con mensajes de racismo y xenofobia. Pero violar los Derechos Humanos de miles de migrantes no quita el sueño al magnate, al contrario, tal parece que más tranquilidad le llega al propiciar el desarrollo de esa idea suya del mayor número de deportaciones del que se tenga registro en la historia del país.
Como señaló el canciller cubano Bruno Rodríguez Parrilla en su cuenta de X, el actual gobierno estadounidense desconoce la base económica y social de esa nación. En un gran por ciento, los bienes y servicios encuentran sustento allí en las personas de otras nacionalidades. Sin embargo, ningún argumento lógico parece condicionar las decisiones de Trump, quien respondió a las protestas contra operativos antinmigrantes firmado un memorándum que autorizaba el despliegue de 2 000 agentes de la Guardia Nacional en la zona del Estado de California. Por si fuera poco, Karoline Leavitt, la portavoz de la Casa Blanca, afirmó el sábado que estas tareas son “esenciales” para detener y revertir “la invasión de criminales ilegales” en el país.
Por su parte, el gobernador del Estado de California, Gavin Newsom, calificó en su cuenta de X la orden de Trump como “deliberadamente incendiaria y no hará sino aumentar las tensiones. Esta es una misión equivocada y erosionará la confianza pública”.
Mientras que Karen Bass, alcaldesa de Los Ángeles, calificó la acción de “innecesaria”. De acuerdo con Bass, las protestas de la noche del sábado fueron relativamente pequeñas, de unos 100 manifestantes, aunque enfatizó que aquellos que han vandalizado son inaceptables, “y estoy segura de que serán arrestados y rendirán cuentas con todo el peso de la ley, pero decir que la ciudad está fuera de control... no sé a qué ciudad se refieren".
En medio de los disturbios, el presidente estadounidense escribió en su plataforma Truth Social que si el gobernador de California y la alcaldesa de Los Ángeles “no pueden hacer su trabajo, que todo el mundo sabe que no pueden, entonces el Gobierno Federal intervendrá y resolverá el problema, los disturbios y los saqueadores, de la forma en que debe resolverse”.
De continuar a través de la violencia una misión de esta naturaleza, las pérdidas en muchos sentidos se multiplicarían, y como grave error, ese parece ser en definitiva el desenlace. Porque si al amanecer de este miércoles, es noticia el despliegue de 4.700 marines y efectivos de la guardia nacional en Los Ángeles, seguirán días de absoluta tensión dentro y fuera de fronteras.
Coincidimos en que es una pena que sea la única vía del gobierno de EE. UU. para continuar imponiendo por la fuerza y el miedo una política antiinmigrantes impopular, xenófoba y racista.
En protestas en #LosÁngeles vimos uso excesivo de la fuerza, utilización de Guardia Nacional de #EEUU, ataques a periodistas, violación de derechos de migrantes.
Pero hasta ahora no hemos visto condenas a esos hechos de políticos anticubanos. Su hipocresía es grave y enfermiza. pic.twitter.com/UclCjMkM2y
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