Un año después de la aprobación del Decreto Ley 94/2024, nuestro país celebró por primera vez el Día de la Lengua de Señas Cubana el 16 de septiembre de 2025. La norma marcó un hito en materia de inclusión y discapacidad, pues, reconoce este lenguaje como idioma oficial de la comunidad sorda.
Otras fechas, como la del 23 de septiembre: Día Internacional de las Lenguas de Señas, fueron desde siempre en el contexto cubano ocasión para destacar la importancia de estas formas de comunicación en la cotidianidad de las personas no oyentes. Ahora, las oportunidades son mayores para invitar a quienes no tienen discapacidad auditiva a conocer y aprender las lenguas de señas.
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El cumplimiento de los procesos inclusivos encabeza la lista de exigencias de la comunidad sorda nacional y foránea, unido al respeto de los derechos humanos y a la no discriminación de cualquier índole.
En Cuba es común encontrar individuos tan diversos y heterogéneos como la propia sociedad. Dentro de este mar de costumbres e idiosincrasia las personas con discapacidad (PSD) buscan su espacio, pero, las barreras y la discriminación, en especial la verbal, golpea la posibilidad de alcanzar una inclusión real.
¿Puede la discriminación restringir la inclusión de las PSD? Las manifestaciones de discriminación desacreditan e invalidan las capacidades, competencias y habilidades de las PSD, pues, ponen en tela de juicio la veracidad de las mismas. Un ejemplo claro queda expuesto con las propias personas en situación de discapacidad auditiva.
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En un contexto educativo ideal, donde un educando no oyente se encuentre incluido en un aula de la educación regular, el entorno debe contar con los apoyos requeridos para el óptimo desarrollo del estudiante con discapacidad, entiéndase por apoyos: el uso de intérpretes que faciliten la comprensión y comunicación del educando con sus compañeros y los docentes que lo acompañan.
No obstante, pese a que la mayor de las Antillas apuesta por una educación equitativa e inclusiva de calidad y los educandos tienen a su disposición soportes para su beneficio e interacción en los espacios comunes, las instituciones educativas y a su vez la sociedad sufren silenciosamente de formas discriminatorias.
Aunque la palabra "sordo" hace referencia a la condición con la que viven muchos de los estudiantes integrados en las escuelas cubanas, no deja de ser empleado en disímiles ocasiones para menospreciar y/o tachar de incapaz o inútil a quien cargue con el "insulto". Otro caso repetitivo, en entornos educativos y demás ámbitos sociales, es las burlas hacia el uso de la lengua de señas como forma de comunicarse, lo que actualmente golpea y menosprecia la identidad de la comunidad sorda cubana.
Ante tal panorama, las personas con discapacidad auditiva suelen aislarse y autoexcluirse, lo que se convierte en una situación contraproducente en ámbitos como el socio-laboral, y trae consigo el levantamiento de nuevas barreras y la reducción significativa de espacios amigables e inclusivos.
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La lucha por derribar los muros que levanta la sociedad contra las diferencias es parte del día a día de aquellas personas en condiciones de discapacidad, pero, ¿cómo se eliminan las barreras que se imponen las mismas personas con discapacidad?.
Concienciar a la sociedad sobre la importancia de aceptar, respetar y apoyar la diversidad, es una solución clara, viable y oportuna, pero, no es la única. Reforzar las políticas de gobierno que sancionen el uso de términos peyorativos pondría un alto a conductas desdeñosas que califican de incompetentes a las PSDA.
Esta última sería, sin dudas, una solución radical, pero no por ello menos efectivas, pues la utilización mal intencionada de las condiciones de discapacidad provoca perjuicios a niveles psicológicos, personológicos y sociales, ya que para la imaginación de la sociedad, el individuo deja de ser un eslabón útil y se transforma en una carga e incluso una enfermedad contagiosa.
En materia de equidad y aceptación, nuestro país ha iniciado un largo proceso de readaptación a las necesidades de los individuos en condición de discapacidad auditiva. Celebrar el Día de la Lengua de Señas Cubana, luego de la aprobación del Decreto Ley 94/2024, es un favorable paso, pero el camino hacia el logro de una inclusión “adecuada” debe estar limpio de los estigmas y manchas que golpean la Cuba de hoy, entre ellos la discriminación.
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